jueves, 9 de mayo de 2013

Girls, segunda temporada

Sigo pensando que la serie "Girls" tiene la capacidad de no dejar indiferente al espectador, o se le odia o se le ama. Es una serie exhibicionista, egocéntrica, que habla sobre una franja de edad determinada donde los personajes no son capaces de separar la realidad que les rodea de los sueños a los que aspiran, de la dificultad de madurar y dejar atrás la edad de la inocencia para tomar las riendas de tu vida.
También, tal como dije en el análisis de la primera temporada, aunque se incluya dentro de la sección de comedia, es una serie dramática. Existen episodios donde la proporción de ambos géneros es pareja, pero no siempre es así. Y es, de nuevo, en el drama donde alcanza las mayores cotas de calidad, aunque puntualmente lo que se ve en la pantalla sea grotesco, el final del episodio "on all fours" da fe de ello.
Dicho esto, centrémonos en esta segunda temporada. ¿Ha evolucionado o lo que nos cautivó ha perdido el efecto sorpresa? "Girls" es Hannah, es su vida y todo lo que le rodea, sus vicisitudes y aventuras, su familia y sus amigas, también sus novios. Pero ahora algo ha cambiado, ha dejado que sus satélites tengan un mayor protagonismo, una voz propia más definida. Les ha dado libertad a la hora de tomar decisiones, casi todas descabelladas. Esto ha hecho crecer la serie, perfilando los esbozos que vimos en la primera temporada.
Si las amigas evolucionan en direcciones totalmente opuestas, Marnie pierde su trabajo (y su autoestima) y decide volcarse en su sueño infantil de ser cantante, Jessa tras su matrimonio fallido intenta hacer las paces con su familia (y con ella misma) y Shoshanna descubre el amor y el sexo (y sus contradicciones); son los chicos, Adam y especialmente Ray, a los que más partido se les saca de sus singularidades.
Ambos van a llevar trayectorias inversamente proporcionales, cuando uno está de bajón, el otro de subidón y viceversa. Aunque puedan parecer muy distintos - Adam descerebrado y pasional, Ray reflexivo y metódico - ambos desean lo mismo, una chica con la que compartir su vida. Su paseo juntos en "boys" es de lo mejor de la temporada.
Tal como he dicho anteriormente Hannah, ella que es todo lo contrario a un palíndromo, es el centro de la historia. La temporada empieza para ella de la mejor forma posible: nuevo novio, nuevo compañero de piso, un primer contrato para editar un libro, ...; su vida es perfecta. Pero poco a poco todo empieza a derrumbarse a su alrededor, tanto lo referido a su persona como a todos los que la rodean, hundiéndola suavemente en unas arenas movedizas de las que parece que no hay escapatoria posible; llegando al extremo de desnudarse - física y emocionalmente - en "one man's trash", hasta mostrarnos su vida como un lugar inhabitable e inconexo. Afortunadamente un rayo de luz parece iluminarla, y con ella a otros protagonistas, en el episodio final, lo más parecido a un happy ending global.
Esta segunda temporada certifica que la primera no fue flor de un día, sino que la mejora y nos deja con ganas de más.

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