jueves, 13 de marzo de 2014

True detective, primera temporada

Nada hacía presagiar que la nueva serie de la HBO iba a alcanzar la gloria, aunque apuntaba alto desde el principio. Entre los pros se encontraban los dos protagonistas principales, el siempre competente Woody Harrelson (Martin "Marty" Hart) y la estrella del momento, Matthew McConaughey (Rustin "Rust" Cohle), el hombre que dejó la comedia boba para centrarse y hacerse actor con papeles como éste y sus apariciones estelares en películas como "Mud" y "El lobo de Wall Street".
En contra, los autores de la criatura, Cary Joji Fukonaga y Nic Pizzolatto, director y guionista, respectivamente. El primero sólo tiene en su haber la película "Jane Eyre", que no he visto y tendré que echarle el ojo, y el segundo era el guionista de dos episodios de la pésima serie "The killing"; así que se podía pensar que el proyecto se les iría de las manos. Craso error. Todos los defectos que tenía el guion de "The killing" - tramposa, acciones irracionales, inconsistencia -, se han transformado en virtudes - credibilidad, personajes definidos, verosimilitud -, y lo que nos muestra la sutil cámara de Fukonaga, va mucho más allá de bellos, densos, pantanosos, cenagosos y fabriles parajes sureños. Si a lo anterior le añadimos la música seleccionada por T Bone Burnett, el conjunto se vuelve excelso.
A nuestros dos detectives se les presenta el caso que les marcará para siempre sus vidas. Un chica desnuda, atada, de rodillas y con una cornamenta en su cabeza, situada frente a un árbol y rodeada de objetos que parecen pertenecer a un culto pagano, a un ritual esotérico. Resolverlo sólo les costará diecisiete años.
El tiempo que pasa desde la aparente resolución del caso y la aparición de otro cadáver, que presenta un formato similar. Gracias a ésto, la serie se podría dividir en dos partes, cuya primera se volvería a dividir en otras dos. En la primera veremos la (presunta) resolución del caso, gracias a un interrogatorio que se le realiza a Rust y Marty - aquí ya está presente el enfrentamiento, Hart siempre con el cristal a su espalda y Cohle con su friso- , mediante un montaje en paralelo donde iremos descubriendo poco a poco el desarrollo del caso, así como el de sus personajes. Aquí el espectador funciona como un ser omnisciente, la información que recibimos no es la misma que obtienen los encargados del interrogatorio; ahí está el sensacional episodio "the secret fate of all life", donde la captura Reggie Ladoux y su compinche nada tiene que ver con la realidad. Una vez terminado el interrogatorio, el rol del espectador es distinto, se abre un nuevo caso, en donde estamos a la expectativa, descubriendo nuevas pistas a la par que nuestros exdetectives.
A lo largo de la temporada comprobamos como nuestros protagonistas no podrían ser más antagónicos, siempre existe fricción y recelo entre ambos, aunque en el trabajo se complementen a la perfección. Rust es el ateo con convicciones, una especie de eremita en busca del significado de la vida; en cambio, Hart es el (supuesto) respetable padre de familia, un hombre lleno de inseguridades, al que le pierden las mujeres. Como nexo, Maggie Hart (Michelle Monaghan), la única persona que comprende por igual a ambos, para lo bueno y lo malo, y que se reservará para ella un protagonismo significativo.
Al final, todo se resume una lucha entre el bien y el mal, no el ficticio e inventado, aquí sale a relucir el mito de Carcosa; sino el real, el encarnado, donde un hombre se considera un dios capacitado con el poder de hacer lo que le dé la gana, obteniendo el placer mediante el terror ejercido sobre los demás. Una obra que no se realiza en un día, es una experiencia que se genera a lo largo del tiempo, mediante ensayos de prueba-error, donde el método se va mejorando, hasta alcanzar la perfección. Todo esto lo representa de manera inmejorable el último episodio, cuando nuestros protagonistas se adentran en la guarida de la Bestia, un templo formado por un laberinto de catacumbas que desemboca en una sala que nos recuerda al Panteón romano, donde lo frondoso da paso a una complejo donde todo tiene cabida, lleno de objetos extraños, de tinte satánico, creaciones ideadas desde el caos con un sentido último, la vanagloria del Mal. Unos minutos excelsos, cargados de tensión e incertidumbre, sólo comparables al otro hito de la temporada, los minutos finales de "who goes there", donde la pericia de Fukonaga tras la cámara, nos ofrece la huida de un tiroteo en un espectacular plano secuencia de siete minutos.
Pero el tandem Fukonaga-Pizzolatto, no nos quieren dejar un mal sabor de boca, hay final feliz y una conclusión: todo en la vida se reduce al amor y la luz siempre ganará a la oscuridad.

P.D.: ¿qué caso y que personajes nos traerán la segunda temporada? Se admiten apuestas.

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