viernes, 25 de enero de 2013

Django desencadenado de Quentin Tarantino

Quentin Tarantino es un director experto en el arte del reciclaje, entendiéndolo como un artesano capaz, a través de su gran cinefilia, presentarnos como nuevo algo muy antiguo. Tiene la capacidad de llevar a su terreno, dándole un barniz de novedad, aquello que llevamos mucho tiempo viendo.
Por sus manos han pasado, y revisionado, unos cuantos géneros del séptimo arte, desde su inicial película de atracos, "Reservoir dogs", hasta su último trabajo, "Django desencadenado", un western marciano.
¿Es posible que un negro sea el protagonista de una película del oeste? ¿Y que además, tras ser liberado de la esclavitud, se convierta en un cazarrecompensas? La mente de Tarantino da para eso y más.
Un puñado de esclavos van camino de su nuevo hogar y mientras atraviesan un bosque durante una noche cerrada, aparece el doctor King Schultz (inmenso Christoph Waltz), un singular sacamuelas ambulante, el cual quiere hacer un trato con los propietarios de la mercancía. Necesita hacerse con los servicios de Django, a la postre Freeman, (Jamie Foxx), para obtener cierta información vital para el desempeño de su actividad empresarial, que no es otra que ser un agente de la ley que cobra por encontrar/eliminar, táchese lo que no proceda, a malhechores que se esconden bajo otro nombre.
Esta inicial relación empresarial simbiótica, donde el maestro enseña al alumno, pasará a un segundo plano cuando ambos dan un paso adelante, estableciendo una relación personal desde el respeto mutuo, convirtiéndose en socios y amigos. Es a partir de este momento cuando surge la historia por la que Django será recordado, la búsqueda y recuperación de su amada.
En el cine de Tarantino existen dos características que sobresalen sobre las demás y que hacen que sus películas sean singulares. Por un lado los extensos diálogos, a veces llenos de circunloquios, cargados de réplicas y contrarréplicas - montados mediante un plano general estático, roto por encuadres a las caras de los protagonistas en plano/contraplano -; y por otro que es la violencia. Ésta, al contrario que en la reciente "Amor" de Haneke, se muestra de manera plástica, buscando deslumbrar y epatar al espectador, siendo en sí misma un espectáculo colosal y grandilocuente.
Ambas están presentes en "Django desencadenado", pero no se mezclan bien. Lo que vemos entretiene pero no llega a alcanzar las cotas a las que estamos acostumbrados, no existe cohesión en el relato y la historia no atrapa del todo. Por ello se coloca por encima de "Death proof", pero por debajo de todas las demás.

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